SOL INVICTUS NOS ILUMINA...

 ...y el hombre nos electrifica

Efecto fotoeléctrico: la luz produce electricidad

El físico alemán Heinrich Rudolf Hertz (si, el de las ondas hertzianas) descubrió en 1887 que la luz aumentaba la conductividad eléctrica de los materiales. Traducido: cuando iluminamos un metal con luz visible o ultravioleta, la electricidad pasa más fácilmente por ese metal.

A esto siguieron toda una serie de experimentos para tratar de explicar el fenómeno y se llegó a unas conclusiones conocidas como “Leyes de la emisión fotoeléctrica” pero la causa del fenómeno seguía sin aclararse. Fue otro “fenómeno” de la Física, Albert Einstein, quién logró explicarlo.

En 1905, la revista Annalen der Physik (Anales de Física) editada en Berna, publicaba en su número 17, el artículo “Über einen die Erzeugung und Verwandlung des Lichtes betreffenden heuristischen Gesichtspunkt” (“Sobre un punto de vista heurístico sobre la creación y transformación de la luz”) cuyo autor era Einstein. Fue revolucionario.


Portada de la revista Annalen der Physik
Portada de la revista

Primera página del artículo de Einstein
Primera página del artículo

En 1921, el 10 de diciembre próximo hará 100 años, a Einstein se le concedió el Premio Nobel de Física por dicho artículo.

Efecto fotovoltaico: se puede aprovechar la electricidad producida por la luz

Este era conocido antes que el anterior, pues Edmond Becquerel, físico francés, construyó la primera célula fotovoltaica capaz de convertir la luz en electricidad en 1839. A esto siguieron toda una serie de investigaciones y descubrimientos en los años sucesivos, pero no fue hasta después de Einstein, ya con las ideas más claras, que se empezaron a construir células fotovoltaicas aprovechables fuera de los laboratorios de física; esto ocurrió en 1954 a cargo de los Laboratorios Bell.

El satélite artificial Vanguard 1 fue el primero provisto de células solares empezando así el conocimiento por el gran público y su popularización. (Se lanzó en 1958 y todavía sigue en órbita).


Técnicos examinando el satélite Vanguard 1

Células fotovoltaicas

El material base para su construcción es el silicio. Se utiliza por dos razones: su estructura atómica y su amplia distribución en la naturaleza que lo hace fácil de obtener y barato. Lo que ya no resulta tan económico es que se requiere con una pureza de al menos el 98% y esto necesita una tecnología que pocos países poseen.

En España se fabrican obleas de silicio en la factoría que Aurinka posee en Puertollano. La tecnología no es nuestra.


Factoría de Aurinka en Puertollano

Para que al iluminar el silicio  se produzca una corriente eléctrica utilizable  es necesario que los electrones puedan moverse dentro del mismo y lo que se hace es fabricar una lámina de silicio con impurezas. A este procedimiento se le llama dopaje y hay dos tipos de dopaje.

En una lámina se introducen impurezas con elementos que tienen en su capa externa tres electrones. Como el silicio tiene cuatro electrones en su capa externa, cada átomo de tres deja un hueco. Será el polo P (de positivo).

En otra lámina se introducen elementos con cinco átomos en su capa externa, por lo que habrá electrones de más. Será le polo N (de negativo).

Si unimos las dos láminas y las iluminamos los electrones activados por la luz pueden moverse entre ellas generando una corriente eléctrica.


Esquema de una oblea fotovoltaica

Dependiendo de la pureza del silicio, de los elementos de dopaje y de la disposición de las láminas, la oferta de la industria es muy abundante siendo un sector en constante innovación y con los precios a la baja.

En España, salvo la factoría de Puertollano, las demás empresas que se dedican a la energía solar fotovoltaica son ensambladoras, montadoras e instaladoras. La tecnología es extranjera. Aquí los políticos andan en otras ocupaciones para dedicarse a estos “pequeños” detalles.


EL ASTRO REY
NO TAN VERDE

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