El sol como deidad y origen de vida
El sol ha sido considerado por muchas civilizaciones como un dios. Ya entendieron hace miles de años su importancia para el desarrollo y mantenimiento de la vida en la Tierra. Hoy le seguimos rindiendo culto, aunque de manera inconsciente, reconociendo esta dependencia.
El
término sol es un cognado latino con el
germánico, el sánscrito y el etrusco.
Los
romanos tuvieron el culto religioso al Sol Invictus que asimilaron de los
sirios. Aunque todas las civilizaciones en la antigüedad lo consideraron como
una deidad, los cultos más conocidos en la actualidad quizá sean el del Egipto
faraónico al dios Ra, el de los incas, cuya tradición ha permanecido hasta
nuestros días con el Inti Raymi (Fiesta del Sol) y las distintas
formas de los cultos orientales, fundamentalmente indios, con su iconografía.
En el
Rig Veda (X,170,4) se dice: “Resplandeciente por tu luz, tú, oh Sol, has venido
hasta la zona brillante del cielo, por quien todos estos seres han sido
traídos, por ti que eres responsable de toda acción, poseedor de toda
divinidad”.
En
España lo llamamos el Astro Rey, reminiscencia cultural que lo identifica como
preponderante frente a los demás astros.
La vida
en la Tierra se desarrolló a expensas de la radiación electromagnética solar en
la banda del espectro visible fundamentalmente. Las reacciones químicas que
hacen posible la vida son consumidoras de energía y esta es la aportada por el
sol a las primeras células vegetales lo que permitió el desarrollo de todos los
seres vivos. Proceso que continúa en la actualidad, obviamente.
La
fotosíntesis es la reacción química que permite crear materia a partir del
hidrógeno, del carbono y de unos pocos elementos más.
Para
captar la energía del sol, los vegetales poseen unos “paneles solares”: las
hojas. Una hoja es el equivalente a la célula solar y el conjunto de hojas de
un vegetal, el follaje, es el equivalente a un panel solar. Un bosque es, desde
este punto de vista, una “instalación” de captación de energía solar.
La
hipótesis orgánica sobre la formación del petróleo sugiere que su origen está
en depósitos de cadáveres de organismos vivos, fundamentalmente plancton y
algas, posteriormente cubiertos por depósitos minerales que sometieron a dichos
organismos a unas condiciones de presión y temperatura que dieron lugar al
petróleo y al gas natural.
Un
proceso geológico semejante ocurrió con grandes masas vegetales, dando lugar a
las distintas formas de carbón mineral conocidas: antracita, hulla, lignito y
turba.
Desde
hace unos años los apóstoles del Apocalipsis Climático auguran el fin de la
humanidad por el aumento del CO2 atmosférico debido al consumo de este tipo de
combustibles. Según estos milenaristas el aumento del anhídrido carbónico (CO2)
en la atmósfera produce un efecto invernadero y por tanto un aumento de la
temperatura en la misma, de ahí que se estén buscando fuentes alterativas de
energía. De las posibilidades existentes, una de ellas es imitar a los
vegetales utilizando la luz solar, no para crear materia, sino para
transformarla en una energía aprovechable para poder mantener nuestro modo de
vida.
Lo
expuesto nos conduce a las PLANTAS SOLARES.
0 Comentarios