Una hierba muy versátil
Los cerrajones se pueden comer en su totalidad: tallos, capullos florales, flores y hasta las raíces. Las limitaciones vienen impuestas por el grado de desarrollo de la mata porque el tallo y las raíces sólo son comestibles si no están lignificados.
Una vez
recolectadas las ramitas procedemos a separar las hojas y en función de lo que
queramos hacer, las picamos o las dejamos enteras.
Si empezamos por la hoja en crudo lo ideal es preparar un esmorzaret con base de cerrajón; lo que pongamos encima ya va a gusto del cocinero.
Si lo queremos cocinar, mejor que hervirlo es cocerlo al vapor. Una vez cocidas las hojas, que habremos dejado enteras, le podemos añadir unas migas de bacalao, un huevo duro troceado y aceite de oliva, no conviene sazonar porque ya lleva el bacalao. Se mezcla bien y se deja reposar unas horas a temperatura ambiente para que se mezclen los sabores. Luego puede calentarse o no.
Otra
opción cuando se cocina el cerrajón al vapor es prepararlo “a la catalana” como
las espinacas. Hay que sofreirlo con
cintas de bacon, pasas de Denia hidratadas y piñones.
Tanto en ensaladas como al vapor, el cerrajón admite bien el zumo de limón.
Con el
cerrajón picado, lo más a mano y menos laborioso que podemos preparar son tortillas que
podrían ser sólo de cerrajón o con otros ingredientes como atún, cebolla,
taquitos de jamón y lo que se nos ocurra.
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