Juan Bustamante Dueñas
Nuestro
hombre nació en Vilque, provincia de Puno, cerca de la laguna Umayo y no muy
lejos del lago Titicaca; esto fue en 1808. De padre criollo y madre mestiza,
fue un político escritor y defensor de los indios, liderando en 1867 una
rebelión indígena que fue sofocada en la batalla de Huancané. El resultado fue la
decapitación a machetazos de Juan Bustamante después de ser torturado. Tuvo
lugar en la plaza de Armas de Pusi el 3 de enero de 1868.
Bustamante
era un hacendado por herencia familiar y pudo permitirse el lujo de viajar. Su
primer viaje fue un periplo por el Caribe, Estados Unidos, Europa, Turquía y
Oriente Medio, Egipto, India, sudeste asiático y China desde donde se embarcó, en
Wampo, hacia Valparaíso desde donde volvió, también por mar, a Perú.
Salió
de Arequipa hacia Islay el 20 de marzo de 1841para iniciar su viaje rumbo al
norte, hacia El Callao y Panamá y regresó a Islay, por el sur, el 1 de febrero
de 1844.
Relata el viaje en un libro que tituló Viaje al Antiguo Mundo, que tuvo dos ediciones: una impresa en Lima en 1845 y otra impresa en Cochabamba en 1847, que es la que he leído yo.
Su
madre, mestiza, Agustina Dueñas y Vera decía ser descendiente de Túpac Amaru I,
el último Inca rebelde de Vilcabamba.
En el
siglo XVIII hubo un caudillo indígena, José Gabriel Condorcanqui Noguera, que
lideró la “Gran rebelión” contra la corona española en el Virreinato del Perú y
que también era descendiente de Túpac Amaru. Se le conoció como Túpac Amaru II.
Bustamante
fue Túpac Amaru III y coincidió con sus antecesores en ser un líder indígena
que se sublevó contra la opresión que sufrían los indios quechuas y aymaras por
parte de los criollos y mestizos.
El
periplo europeo de Bustamante incluyó España: entrando por Irún, cruzándola por
tierra hasta Cádiz donde se embarcó navegando por la costa mediterránea con escalas en
Málaga, Almería, Cartagena, Alicante, Valencia y Barcelona, pasando desde aquí
a Marsella.
De
Alicante escribió:
“Alicante, ciudad célebre en España, á 30 leguas de Valencia, producia la barrilla
para sacar de ella la sosa y fabricar el jabon. Era prohibido antes, bajo pena
de muerte, sacar para el extranjero la semilla. En Arequipa, Ilo y en los
pastos de Socabaya, tenemos barrilla en abundancia. Alicante produce el vino de
su nombre, mucha almendra y aceituna. Hay allí una colección de más demil
pinturas del marqués de Algolfa. El dia que me tocó estar en Alicante hubo una
fiesta á una legua de la ciudad, en un pequeño pueblo nombrado S. Juan de
Alicante, donde sacaron en procesion un Santo Cristo milagroso. Fue tanta la
devocion de los concurrentes de las cercanías, y tantos los gritos y lamentos
de los muchachos y de las mugeres pidiendo misericordia, que era imposible
dejar de enternecer el corazon mas endurecido. Aquí es donde se conoce la
sencillez campestre, y la piedad religiosa.”
Estamos
en junio de 1842. Alicante tenía unos 15.000 habitantes y el alcalde era
Antonio Campos Domenech del partido Unión Liberal. España estaba regida por el
general Espartero.
Del Alicante
de entonces tenemos una imagen aproximada en la litografía de Alfred Guesdon
que aunque realizada diez años después del paso por la ciudad de Bustamante, si
le quitamos a la imagen la plaza de toros (inaugurada en 1846) y el teatro
Principal (inaugurado en 1847) probablemente no diferiría mucho de ella.
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