Alta tecnología arcaica
En las sociedades sin instalaciones de agua corriente como ha ocurrido en el mundo rural y en algunas ciudades hasta hace medio siglo, el transporte y conservación del agua de consumo, se realizaba en recipientes de arcilla. El traslado desde la fuente de agua hasta las casas se hacía en cántaros y en las casas se almacenaba en tinajas y en botijos. La tinaja era el reservorio y el botijo la forma de almacenamiento para su consumo inmediato bebiendo directamente del mismo.El cántaro era de barro no poroso para impedir su transpiración. Las tinajas estaban revestidas interiormente de esmalte que cubría también el borde y la parte alta exterior de la misma y que aseguraba su impermeabilización absoluta. Los botijos tenían dos modelos básicos: el impermeabilizado y el poroso.
El botijo poroso es el que tradicionalmente se ha fabricado en Agost. La porosidad la confiere la presencia de impurezas en la arcilla que es la que existe en este territorio y que se aprovecha como un recurso.
Si el recipiente hecho de arcilla con impurezas se calienta por encima de los 800º, el silicio de la arcilla se funde y rellena los poros con lo que queda un recipiente compacto, sin poros, que es el que se utiliza en los cántaros.
Esta propiedad de la arcilla que tiene impurezas da origen a dos tipos de botijos: el de invierno y el de verano. El botijo de invierno no traspira y sólo almacena el agua y puede esmaltarse si se quiere una impermeabilización completa, aprovechando el esmalte para decorarlo con dibujos y cenefas; el botijo de verano es el que transpira y además de almacenar el agua, la enfría.
En el siguiente esquema vemos cuál es el mecanismo por el que el botijo enfría el agua.
El botijo de verano si se tiene sobre un mueble hay que ponerlo sobre un plato que recoja el agua de la transpiración.
José Ignacio Zubizarreta y Gabriel Pinto, profesores de Química de la Universidad Politécnica de Madrid, desarrollaron un modelo matemático para explicar porqué el botijo enfría el agua. Publicaron su estudio en 1995 en la revista Chemical Engineering Education.
José Ignacio Zubizarreta y Gabriel Pinto, profesores de Química de la Universidad Politécnica de Madrid, desarrollaron un modelo matemático para explicar porqué el botijo enfría el agua. Publicaron su estudio en 1995 en la revista Chemical Engineering Education.
Para facilitar los cálculos, asimilaron el botijo a un volumen esférico. Un resumen de la formulación es éste:
Podemos ir desterrando ya el dicho popular “es más simple que el mecanismo de un botijo”.
En el Museo de Alfarería de Agost, exponen un botijo con dos sondas de un termómetro para poder ver la diferencia de temperatura del agua con el exterior. Aquí no es muy grande la diferencia porque hay aire acondicionado y la transpiración es muy baja.
Si alguien se anima a tener un botijo en casa para el verano, después de comprarlo hay que llenarlo un par de veces, dejarlo reposar un día y tirar el agua porque tendrá un intenso sabor a barro. El sabor irá desapareciendo con el uso, pero si tenemos prisa se le puede echar al agua una copita de anís paloma: el sabor a barro desaparecerá y el efecto refrescante será doble.ARTÍCULOS RELACIONADOS:
1 Comentarios
Alta tecnología para gentes del duro trabajo. Fabuloso...
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