Un periódico fallido de Alicante
El 23 de marzo de 1968 aparecía en los kioskos alicantinos el vespertino Primera Página. Era el intento de un empresario de ampliar el negocio que ya había comenzado en Albacete con el diario La voz de Albacete. Allí no tenía competencia y aquí ya se editaban el diario Información, entonces prensa del Movimiento y La Verdad de Murcia, edición de Alicante.
El
local del periódico estaba en la calle José Salvetti, 16. Era un edificio de
dos plantas, el bajo y el primero ocupados por el periódico y la segunda planta
era la vivienda del “conserje”, un buen hombre que se encargaba, con su
familia, del mantenimiento y de los aspectos prácticos de la logística: recepción
de envíos, de las bobinas de papel, de la salida de las ediciones para su
reparto y venta, etc.
El edificio que fue sede PRIMERA PÁGINA, en la actualidad
En 1970 la sede de Primera Página estaba en las afueras de Alicante. El llamado polígono de Babel estaba parcelado y urbanizado, pero no había todavía edificaciones. Se podía bajar directamente hasta San Gabriel, campo a través.
Pedro
García Munuera, franquista acérrimo, comenzó esta empresa con un diario
vespertino que luego pasó a edición matutina. La Voz de Albacete la dirigía
Antonio Andújar Balsalobre, falangista y excombatiente de la División Azul.
Entre
falangistas anduvo el juego.
Ni
siquiera Juan José Pérez Benlloch sabe porqué García Munuera contactó con él y
le propuso la dirección del periódico que estaba en una situación económica
crítica. JJ aceptó el reto y se hizo cargo de la dirección en agosto de 1969.
A don Pedro, como le llamaban en el periódico, alguien debió gastarle una broma, ya que JJ estaba ya escorado a babor.
Directores que tuvo Primera Página:
Rafael Coloma Payá Primer subdirector y creador de la primera redacción | |
Francisco Anglada Anglada 23 de marzo de 1968 a mediados de abril | |
Angel Vilches Criado Abril de 1968 a agosto de 1969 | |
Juan José Pérez Benlloch Agosto de 1969 a febrero de 1971 | |
Francisco Rodríguez Martín Febrero de 1971 a 25 de julio de 1972 |
Yo
comencé a trabajar como corrector de pruebas en enero de 1970. Éramos tres
correctores y teníamos tres turnos de trabajo: de cuatro a diez de la noche, de
diez a cuatro de la madrugada y de doce de la noche a seis de la mañana. Los
fines de semana y festivos a prorrateo.
Nuestro
“despacho” estaba a medio camino entre los llamados talleres (las linotipias) que
estaban en la planta baja y la redacción del periódico ubicada en el primer
piso. Nuestra mesa de trabajo estaba en el hueco de la escalera. Allí entre
galeradas recién imprimidas esperando nuestra aprobación, éramos testigos del
trasiego de redactores.
Circulaban
por delante de nosotros: Vicente Hipólito, Rafael Azuar, Francisco Aldeguer,
José Vicente Botella, Salvador Fornér Muñoz, Rosa María Solbes, Jaime Gómez
Orts, Blas de Peñas, Mario Martínez Gomis, Emilio Soler Pascual, Bernat Capó, Tomás
Martínez Ruiz, José Ramón Giner, Paco Aracil, Enrique Cerdán Tato, Miguel Signes
y José María Perea (entonces todavía "joven promesa").
De vez en cuando recibíamos alguna reprimenda de cualquiera de ellos. Los originales escritos a máquina y con correcciones posteriores a bolígrafo por ellos mismos, no siempre eran bien interpretadas y se deslizaba algún pequeño error u omisión. El más puntilloso era con diferencia Miguel Signes que nos rogaba que respetáramos el original tal cual, incluídos los signos de puntuación. Cerdán Tato, al que ya conocía del Club de Amigos de la UNESCO también nos insistía en la meticulosidad.
Miguel Signes Molines | Enrique Cerdán Tato |
Había
seis linotipias y una rotativa, todo material de segundo uso. La rotativa en
cuanto se le “metía caña” porque se había cerrado la edición algo tarde, lo que
era frecuente, rompía el papel y todavía se retrasaba más la puesta en
circulación del periódico. Cuando hacía el turno que terminaba a las seis de la
mañana me iba con mis compañeros a desayunar a un bar del que no recuerdo el
nombre pero que estaba en la esquina donde en la actualidad está la cervecería
Pitari, en el cruce de la calle Boyero (continuación de José Salvetti) con la
avenida de Orihuela.
Linotipias con aspecto similar a las que había en Primera Página | Rotativa semejante a la de Primera Página |
Nuestro
periódico aún se estaba imprimiendo y los clientes del bar estaban ya leyendo
el Información o La Verdad.
Cuando
comencé mi trabajo allí, enseguida me dí
cuenta de la línea ideológica que seguía JJ. Según él mismo ha contado después,
se buscaba un lector cualificado y de izquierdas. “Un periódico sin jaulas” era
el lema. Para mí, estudiante de Preuniversitario, con el Mayo francés todavía calentito, era una ventana novedosa y esperanzadora.
En
octubre me marché a Valencia a iniciar mis estudios universitarios. Recién
había cumplido los dieciocho años y dejé atrás una de las etapas más intensas
de mi vida aunque breve en el tiempo.
JJ
siguió dirigiendo el periódico hasta febrero del año siguiente. Estaba en la
ruína y hubo un intento de salvación del mismo constituyéndose los trabajadores
en cooperativa a cargo de Cerdán Tato. La dirección del periódico la asumió el ilicitano
Francisco Rodríguez Marín. La agonía financiera duró hasta el 25 de julio de
1972. Santiago y cierra Primera Página.
Antes
de marcharme pregunté a un compañero bastante informado qué tirada tenía el
periódico; fue lacónico: toda.
Se
especuló mucho sobre las causas del fracaso. En mi opinión fueron tres: la línea izquierdista que no era bien aceptada por la población, el menor contenido
respecto a la competencia (esto lo comentaban habitualmente la ciudadanía y los
quiosqueros) y, fundamentalmente, la salida a la calle muy tardíamente.
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