PRIMERA PÁGINA

Un periódico fallido de Alicante

El 23 de marzo de 1968 aparecía en los kioskos alicantinos el vespertino Primera Página. Era el intento de un empresario de ampliar el negocio que ya había comenzado en Albacete con el diario La voz de Albacete. Allí no tenía competencia y aquí ya se editaban el diario Información, entonces prensa del Movimiento y La Verdad de Murcia, edición de Alicante.

Foto de la cabecera de Primera Página
Cabecera del diario

El local del periódico estaba en la calle José Salvetti, 16. Era un edificio de dos plantas, el bajo y el primero ocupados por el periódico y la segunda planta era la vivienda del “conserje”, un buen hombre que se encargaba, con su familia, del mantenimiento y de los aspectos prácticos de la logística: recepción de envíos, de las bobinas de papel, de la salida de las ediciones para su reparto y venta, etc.


Vista parcial de la calle José Salvetti, 16


Sede del diario Primera Página

El edificio que fue sede PRIMERA PÁGINA, en la actualidad


Plano de situación en 1970


Plano de situación en 2021

En 1970 la sede de Primera Página estaba en las afueras de Alicante. El llamado polígono de Babel estaba parcelado y urbanizado, pero no había todavía edificaciones. Se podía bajar directamente hasta San Gabriel, campo a través.

Pedro García Munuera, franquista acérrimo, comenzó esta empresa con un diario vespertino que luego pasó a edición matutina. La Voz de Albacete la dirigía Antonio Andújar Balsalobre, falangista y excombatiente de la División Azul.

Pedro García Munuera
Primera Página inició su andadura con el alcoyano Rafael Coloma Payá de subdirector que se encargó de formar la primera redacción. Coloma tambien era falangista y excombatiente divisionario. El primer director fue el menorquín Francisco Anglada Anglada, también falangista. Fue sustituído al mes siguiente por el madrileño Ángel Vilches Criado, otro falangista que fue jefe de prensa de Fraga Iribarne.

Entre falangistas anduvo el juego.

Ni siquiera Juan José Pérez Benlloch sabe porqué García Munuera contactó con él y le propuso la dirección del periódico que estaba en una situación económica crítica. JJ aceptó el reto y se hizo cargo de la dirección en agosto de 1969.

A don Pedro, como le llamaban en el periódico, alguien debió gastarle una broma, ya que JJ estaba ya escorado a babor.

Directores que tuvo Primera Página:

Rafael Coloma Payá
Primer subdirector y creador de la primera redacción


Francisco Anglada Anglada
23 de marzo de 1968 a mediados de abril


Angel Vilches Criado
Abril de 1968 a agosto de 1969


Juan José Pérez Benlloch
Agosto de 1969 a febrero de 1971


Francisco Rodríguez Martín
Febrero de 1971 a 25 de julio de 1972


Yo comencé a trabajar como corrector de pruebas en enero de 1970. Éramos tres correctores y teníamos tres turnos de trabajo: de cuatro a diez de la noche, de diez a cuatro de la madrugada y de doce de la noche a seis de la mañana. Los fines de semana y festivos a prorrateo.

Nuestro “despacho” estaba a medio camino entre los llamados talleres (las linotipias) que estaban en la planta baja y la redacción del periódico ubicada en el primer piso. Nuestra mesa de trabajo estaba en el hueco de la escalera. Allí entre galeradas recién imprimidas esperando nuestra aprobación, éramos testigos del trasiego de redactores.

Circulaban por delante de nosotros: Vicente Hipólito, Rafael Azuar, Francisco Aldeguer, José Vicente Botella, Salvador Fornér Muñoz, Rosa María Solbes, Jaime Gómez Orts, Blas de Peñas, Mario Martínez Gomis, Emilio Soler Pascual, Bernat Capó, Tomás Martínez Ruiz, José Ramón Giner, Paco Aracil, Enrique Cerdán Tato, Miguel Signes y José María Perea (entonces todavía "joven promesa").

De vez en cuando recibíamos alguna reprimenda de cualquiera de ellos. Los originales escritos a máquina y con correcciones posteriores a bolígrafo por ellos mismos, no siempre eran bien interpretadas y se deslizaba algún pequeño error u omisión. El más puntilloso era con diferencia Miguel Signes que nos rogaba que respetáramos el original tal cual, incluídos los signos de puntuación. Cerdán Tato, al que ya conocía del Club de Amigos de la UNESCO también nos insistía en la meticulosidad. 


Miguel Signes Molines



Enrique Cerdán Tato

Había seis linotipias y una rotativa, todo material de segundo uso. La rotativa en cuanto se le “metía caña” porque se había cerrado la edición algo tarde, lo que era frecuente, rompía el papel y todavía se retrasaba más la puesta en circulación del periódico. Cuando hacía el turno que terminaba a las seis de la mañana me iba con mis compañeros a desayunar a un bar del que no recuerdo el nombre pero que estaba en la esquina donde en la actualidad está la cervecería Pitari, en el cruce de la calle Boyero (continuación de José Salvetti) con la avenida de Orihuela.



Linotipias con aspecto similar a las que había en 
Primera Página

Rotativa semejante a la de Primera Página

Nuestro periódico aún se estaba imprimiendo y los clientes del bar estaban ya leyendo el Información o La Verdad.

Cuando comencé mi trabajo allí, enseguida  me dí cuenta de la línea ideológica que seguía JJ. Según él mismo ha contado después, se buscaba un lector cualificado y de izquierdas. “Un periódico sin jaulas” era el lema. Para mí, estudiante de Preuniversitario, con el Mayo francés todavía calentito, era una ventana novedosa y esperanzadora.

En octubre me marché a Valencia a iniciar mis estudios universitarios. Recién había cumplido los dieciocho años y dejé atrás una de las etapas más intensas de mi vida aunque breve en el tiempo.

JJ siguió dirigiendo el periódico hasta febrero del año siguiente. Estaba en la ruína y hubo un intento de salvación del mismo constituyéndose los trabajadores en cooperativa a cargo de Cerdán Tato. La dirección del periódico la asumió el ilicitano Francisco Rodríguez Marín. La agonía financiera duró hasta el 25 de julio de 1972. Santiago y cierra Primera Página.

Antes de marcharme pregunté a un compañero bastante informado qué tirada tenía el periódico; fue lacónico: toda.

Se especuló mucho sobre las causas del fracaso. En mi opinión fueron tres: la línea izquierdista que no era bien aceptada por la población, el menor contenido respecto a la competencia (esto lo comentaban habitualmente la ciudadanía y los quiosqueros) y, fundamentalmente, la salida a la calle muy tardíamente.

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