Echando rayas
La
constitución de los estados-nación tal como los conocemos en la actualidad es
el resultado de un proceso histórico, siempre complejo y lleno de cambios. En
el caso de España no es diferente y su origen comenzó con la romanización.
Los griegos llamaron a la península “Ibérica” (el país de los iberos) y los romanos Hispania (que no es como dice un spot de Onda Cero, tierra de conejos; ésta es una de las hipóteis sobre el origen del término y no precisamente la más aceptada. En este caso el spot es eso: una mancha). Los árabes la llamaron Al-Ándalus, que exceptuando el noroeste peninsular (Galicia y Asturias), era todo el resto hasta la Marca Hispánica (de Barcelona a Narbona).
Para no
hacer el artículo demasiado extenso voy a exponer un resumen de la evolución de
la división territorial de la España que hoy conocemos, a partir del siglo XIX.
Esta
primera organización del territorio la realizó Miguel Cayetano Soler y Rabassa,
que fue el equivalente al ministro de Hacienda actual en el gobierno de Godoy
(que se comportó como cualquier ministro actual: aumentar la recaudación y
crear nuevos impuestos) que hizo una división en provincias, semejante a la
actual y que con pequeñas modificaciones, ha llegado hasta nuestros días. Esto
fue en 1799.
Con la
invasión napoleónica, José Bonaparte, en 1810 dividió España a semejanza de
Francia (¡cómo no!) en 38 prefecturas que se dividían en subprefecturas. No
llegó a entrar en vigor.
En
1811, las Cortes de Cádiz, abolieron los señoríos y los realengos y las
jurisdiciones de los territorios históricos. Con los datos del Censo de
Floridablanca (1789), se crearon 32 provincias. Luego se hizo otra división en
36 provincias que no llegó a entrar en vigor por el regreso a España de
Fernando VII (el rey Felón) que creó 29 intendencias y 13 consulados.
Durante
el Trienio Liberal (1820-1823) se hizo una nueva división y en en 1822 se
aprobó una división en 52 provincias siguiendo criterios poblacionales y de
coherencia geográfica.
En 1833
se llevó a cabo otra división territorial por Javier de Burgos, que racionalizó
algo más la división provincial y que eliminó casi todos los exclaves y
enclaves del Antiguo Régimen y agrupaba las provincias en regiones sin ningún
carácter político y sólo como facilidad administrativa.
Con la
Primera República, en 1873 se elaboró un proyecto de España federal que duró
hasta el año siguiente con el pronunciamiento del general Martínez Campos.
En 1884
hubo una propuesta de regionalización; otra propuesta en 1891.
Durante
el mandato de Primo de Rivera (1923-1930) se fortaleció a las provincias y se
promovió la creación de regiones naturales como alternativa a las regiones
históricas.
Con la
Segunda República (1931-1936) la Constitución abría la posibilidad de que las
regiones se convirtiesen en autonomías.
Durante
el gobierno del General Franco (1939-1975) se mantuvo la división
administrativa en provincias y en regiones, estas sin competencias políticas ni
administrativas.
Con la
nueva Constitucion de 1978 se mantiene, con escasas modificaciones, la división
provincial y se reconocen 17 comunidades autónomas y desde 1995, dos ciudades
autónomas (Ceuta y Melilla).
Todo
este galimatías afectaba también a la capitalidad de las ciudades y a los
territorios de ultramar, hasta la independencia de los mismos.
Como
secuela de estos cambios en los límites todavía hay litigios entre municipios
contiguos.
Han
pasado 3000 años desde los primeros iberos y seguimos igual; y es que mientras
haya gente que vive de un problema, éste nunca se resolverá. Al contrario: nos
van a faltar árboles para levantar empalizadas alrededor de nuestras “aldeas”.
1 Comentarios
Qué bonito...
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